Después de cambiar las pastillas de freno, páselas pisando ligeramente los frenos una tras otra.
Después de lavar tu vehículo, aplica ligeramente los frenos para que el calor desprendido seque las piezas.
Por último, no olvides que cualquier sistema de frenado sólo es realmente eficaz con amortiguadores y neumáticos en buen estado.
Estar alerta
El sistema de frenado debe responder de forma instantánea y precisa a sus demandas. Si observa uno o varios de estos signos de desgaste, consúltenos.
El vehículo se tambalea al frenar: puede que un cilindro de rueda o una pinza estén agarrotados o, más sencillamente, que un neumático esté desinflado. Los amortiguadores desgastados también pueden tener el mismo efecto.
El vehículo vibra al frenar: probablemente se deba a discos de freno defectuosos, una pieza suelta o un juego excesivo en el eje delantero o trasero.
El vehículo se "atasca" al frenar: si los frenos se bloquean al menor contacto, puede ser señal de un problema en los discos, tambores o forros de freno.
El testigo de freno se enciende: el freno de mano está accionado, el nivel del líquido es demasiado bajo o las pastillas de freno están demasiado desgastadas. No tome esta señal a la ligera.
El pedal de freno está duro: puede deberse a una avería en el asistente de frenado, los latiguillos o el circuito hidráulico, los cilindros de rueda o las pinzas.
El pedal de freno está blando: el pedal se hunde y hay que "bombear" para poder frenar. Esto es señal de una avería grave en el sistema hidráulico.
